Veintinueve letras y no, veintisiete
El abecedario español está hoy formado por las veintinueve letras siguientes: a, b, c, ch, d, e, f, g, h, i, j, k, l, ll, m, n, ñ, o, p, q, r, s, t, u, v, w, x, y, z (→ a, b, c, etc.)... Esta variante española del alfabeto latino universal ha sido utilizada por la Academia desde 1803 (cuarta edición del Diccionario académico) en la confección de todas sus listas alfabéticas. Desde esa fecha, los dígrafos ch y ll (signos gráficos compuestos de dos letras) pasaron a considerarse convencionalmente letras del abecedario, por representar cada uno de ellos un solo sonido. No obstante, en el X Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, celebrado en 1994, se acordó adoptar el orden alfabético latino universal, en el que la ch y la ll no se consideran letras independientes. En consecuencia, las palabras que comienzan por estas dos letras, o que las contienen, pasan a alfabetizarse en los lugares que les corresponden dentro de la c y de la l, respectivamente. Esta reforma afecta únicamente al proceso de ordenación alfabética de las palabras, no a la composición del abecedario, del que los dígrafos ch y ll siguen formando parte.
Con esto se quiere decir que la ch y la ll continúan siendo —y nunca han dejado de serlo— letras del abecedario español. Sin embargo, por ambigüedades y arbitrariedades de los académicos españoles, ambas letras no tienen una entrada individual y separada en el Diccionario de la Real Academia Española. Si usted busca en el diccionario, por ejemplo, la palabra chauvinista, tendrá que hacerlo dentro de la letra C y no dentro de la Ch, como en algún momento de la Historia se hacía.
Con todo, nadie ha podido derribarlas de su merecido lugar, pues cada una de ellas es un grafema, es decir, una representación gráfica de un fonema (sonido distintivo de una lengua), cuya distinción requiere de una representación gráfica única. La ñ, que las acompaña en sus pesares, bien sabe lo que se sufre cuando se ignora el valor distintivo de un sonido en una lengua. Solo basta recordar aquel intento perverso, pero inútil, de eliminarla de los teclados, porque una trulla de tecnócratas, una vez más, cimentados en la más garrafal ignorancia, advertían que no era una letra "económica". Pero nuestra muy mimada ñ, con su "moño para'o", desde sus trincheras cimarronas combatió, reclamó y luchó hasta lograr su legítimo espacio cibernético y tecnológico.
Así es que amiga, amigo, no se deje engañar. Las letras del abecedario español son veintinueve y no, veintisiete, por más títulos de prestigio o cargos de poder que pueda tener quien afirme lo contrario.