No me opongo al uso de palabras de otros idiomas,
sobre todo cuando en la nuestra no hay una palabra que recoja el significado preciso de lo que deseamos comunicar. Pero cuando se comienza a utilizar un
mismo término repitiéndolo uno y otra vez como única alternativa, me inquieto
un poco, porque entonces me parece que la lengua va perdiendo su colorido, los
matices que la enriquecen y la mantienen viva, creada y creadora.
Es lo que sucede con el verbo “impactar” (del
inglés “to impact”) cuando se refiere a causar gran impresión. Ahora andamos muchos y muchas por ahí impactados e
impactando, con toda la fuerza y la energía que en su primera acepción dicha
expresión recoge en el DILE: “causar un choque físico”, que es la definición propia del español. Entonces escuchamos y leemos oraciones como
estas: “Me ha impactado la noticia de su muerte”, “Estamos llevando a cabo una
campaña de reciclaje para impactar al pueblo en las playas”, “Esa campaña
política intenta impactar la opinión pública”, “La falta de igualdad impacta
toda la vida”. También podemos leer, por ejemplo, un artículo de periódico sobre el tema de
la equidad en el que se utiliza el verbo “impactar” unas cuatro
veces, incluido el título. Este ejemplo muestra la ausencia de sinónimos que enriquezcan el texto para evitar la repetición y la monotonía.
Hago una invitación: usemos el verbo “impactar”,
¿por qué no? —decía mi queridísima profesora María Vaquero que en la defensa de la lengua "no hay que rasgarse las vestiduras"— pero no echemos a un lado la cantera de palabras que bien podrían
sustituirlo según fuera el contexto. En la celebración de esta Pascua de
Resurrección, sin cerrar las puertas a la novedad y a otras culturas,
continuemos dando color y vida a nuestra lengua: la segunda más hablada en el mundo por hablante nativo.
Nota: La imagen está tomada de la siguiente página:http://articulo.mercadolibre.com.ar/MLA-546109010-azulejos-autoadhesivos-de-los-rolling-stones-_JM