jueves, 6 de mayo de 2010

Haber: unipersonal y auxiliar


Para Taira Michelle Rivera Veguilla

Hoy intentaré explicar de la manera más sencilla posible un asunto un tanto complicado para los "dummies" de la gramática española.

Me pregunta una compañera de trabajo si se dice *habían personas o había personas. Le respondí que la forma correcta es había personas. La respuesta, para el común de los hablantes, suena un tanto ilógica, porque había, el verbo, es singular y personas es plural, por lo que no concuerdan en número. Pero lo que sucede es que la lógica de la lengua y nuestra lógica no siempre coinciden.

Cuando el verbo haber funciona como auxiliar, se conjuga en los tiempos compuestos, con todas las personas en singular y en plural. Así por ejemplo, podemos escribir: Las niñas habían buscado las muñecas, Ustedes habían venido a la fiesta y Cuando los policías hubieron llegado... En todos estos casos, los sujetos Las niñas, Ustedes y Los policías concuerdan en número con los verbos habían buscado, habían venido y hubieron llegado, respectivamente.

Sin embargo, cuando el verbo haber funciona como verbo unipersonal solo se conjuga en la tercera persona singular: Hay chinas, Hubo niñas (y no, *hubieron niñas), Había estudiantes (y no, *habían estudiantes).

Ahora bien, en español, como regla sintáctica, los sujetos y los verbos concuerdan en número, como sucede cuando el verbo haber funciona como auxiliar. El hablante común, por lo regular, aplica esta regla a una oración como Había muchas personas en la fiesta, adjudicándole el sujeto a personas y dicen, entonces, *Habián muchas personas en la fiesta. Si hacemos la prueba, veremos cómo personas no es el sujeto de la oración.

Cuando decimos Las jóvenes vinieron al campamento, podemos sustituir las jóvenes por el pronombre ellas y decir Ellas vinieron al campamento. Ellas y vinieron concuerdan en plural. Ahora bien, cuando aplicamos esta regla de sintaxis a la oración del verbo haber con función unipersonal, tendríamos que decir *Ellas hubieron o *Hubieron ellas. Entonces, nuestra lógica se derrumba ante la lógica interna del idioma, porque personas no es el sujeto, sino el objeto directo del verbo haber. Si preguntamos ¿qué había?, la respuesta es personas y podemos sustituir personas por las, pronombre personal átono de complemento directo. Así podríamos decir: Las había.

Querida compañera, espero haberte "iluminado", al menos, un poco, sobre este asunto un tanto complejo. Hay otros verbos unipersonales, que expresan fenómenos de la naturaleza. Pero eso es tema para otro Kotodama.

¿Tándem?


A Mayra Méndez

¿Tándem? Sí, tándem, y no es un nombre en sánscrito, es un vocablo llano, de origen latino para designar a aquello que en Borinquen Bella conocemos como doblecleta.

De acuerdo con el DRAE un
tándem es, en su primera acepción:
Bicicleta para dos personas, que se sientan una tras otra, provista de pedales para ambos.

No indica que sea un uso regional de algún país hispano, por lo que se puede inferir que forma parte del español normativo, común a todos los hablantes del español. Lo comparto con ustedes porque me pareció muy peculiar y novedoso. Al menos, nunca lo había escuchado por estos lares borincanos.

Espero que los "cabilderos boricuas" que luchan fieramente por nuestro español borincano en la Academia saquen mollero y pulseen como Dios manda para que nuestra doblecleta ingrese formalmente al bien prestigiado Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Es una alternativa lógica, sencilla y fácil de recordar, más que el tándem. ¿No creen que lo merece?

miércoles, 5 de mayo de 2010

Latinoamerica y el Caribe... pero, ¿qué Caribe?

Para esa humilde vida religiosa que va por Nuestra América sembrando las semillas del Reino

Durante mis años dentro de la vida religiosa participé en innumerables encuentros de religiosas y religiosos de todo el continente americano. Fue una época de mucho enriquecimiento humano y espiritual para mí. Sin embargo, llamaba mucho mi atención que en estas asambleas y encuentros los conferenciantes, en sus charlas y en sus escritos, hacían cierta distinción que a mí me chocaba enormemente. Hablaban de Latinoamérica y el Caribe, erigiendo una gran muralla entre ambas zonas geográficas, como si le fuera imposible a algunos pueblos cruzar ciertas fronteras culturales. Muralla totalmente ilógica para mí, tan arraigada en mi puertorriqueñidad y en mi reclamo por formar parte de la Patria Grande Latinoamericana.

Cuando separaban ambas áreas geográficas, como dos bloques heterogéneos, querían destacar en su concepción de Caribe a aquellos pueblos de origen anglosajón que lo habitan. Dentro de “ese Caribe”, incluían —y todavía lo hacen, creo—, también, a los pueblos del Caribe hispano. Esto significaba, tal vez sin proponérselo, excluir de su concepto de Latinoamérica a los pueblos del Caribe hispano.

Por eso, cuando una vez comentaba yo algo sobre la realidad social de los países de Latinoamérica —incluido, por supuesto, Puerto Rico— una religiosa me corrigió añadiendo: "y el Caribe", como si Puerto Rico no formara parte de los pueblos de Latinoamérica.

Para mí aquello era ¡terrible!, porque al establecer aquella diferencia que tanto me chocaba, se nos desarraigaba a los cubanos, los puertorriqueños, los dominicanos, los haitianos y a los pueblos francófonos del Caribe, de nuestra "latinoamericanidad".

De acuerdo con la definición que ofrece el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, latinoamericana(o) es un adjetivo utilizado para designar a las personas naturales del conjunto de los países de América colonizados por naciones latinas, es decir, España, Portugal o Francia. Dentro de estos países se encuentran: Cuba, Puerto Rico, Haití, la República Dominicana y todos aquellos pueblos de habla francesa y española, que, además, son caribeños.

Sé bien que en el fondo de toda esa extraña concepción sociocultural de Latinoamérica y el Caribe lo que hay es el gran deseo de incluir a los pueblos de origen anglosajón en las reflexiones teológicas sobre Nuestra América, como la llamó Martí. Pero considero que el problema podría resolverse añadiendo un adjetivo a ese “religioso Caribe”: Latinoamérica y el Caribe anglosajón.

Pero si ha habido algo que siempre me ha indignado profundamente es la soberbia imperialista del uso incorrecto del adjetivo americano para referirse solo a los ciudadanos de los Estados Unidos de América, cuando americanos somos todas y todos los que habitamos esta inmenso y hermoso continente que se extiende desde el océano Glacial Ártico por el Norte hasta el cabo de Hornos por el Sur. El adjetivo más apropiado para designar a un ciudadano de los Estados Unidos sería estadounidense, porque norteamericanos son, también, los canadienses y los mexicanos.

Y a fin de cuentas, quiénes más americanos que los pueblos caribeños hispanos. Sí, porque son americanos ¡cinco veces!: (1) americanos, por vivir en el continente americano; (2) latinoamericanos, por su origen latino; (3) iberoamericanos, por ser pueblos de América que antes formaron parte de los reinos de España y Portugal; (4) hispanoamericanos, por su origen español; y (5) caribeños, por formar parte de ese Caribe multicultural, lleno de colores y contrastes, que no casualmente se encuentra en América, el continente.


¡QUÉ CALOR!

Para Vilmaris






Tal vez porque se acerca el verano y las temperaturas, a pesar de estos días de lluvia, ya han ido subiendo, se me ha acercado una persona a preguntarme si se dice la calor o el calor.
Pues bien, en la actualidad lo correcto y aceptado por la Real Academia de la Lengua Española es el calor, con el artículo masculino.
Ahora bien, debo aclarar que durante mucho tiempo, en el español medieval y en el clásico, los hablantes decían y escribían la calor, con el artículo femenino. Pero este uso femenino hoy se considera un arcaísmo, es decir, un uso lingüístico que ha caído en desuso. Además, el Diccionario panhispánico lo estigmatiza al indicar que hoy se considera vulgar y que debe evitarse, a menos que se use con fines literarios.
Como buena feminista que soy, solo me queda hacer, como conclusión de este sencillo e ingenuo Kotodama, una pregunta que me surge de mi eterno análisis de la sospecha: ¿por qué prevaleció el artículo masculino como correcto y culto sobre el incorrecto y vulgar femenino?
Me consuelo con saber que la forma femenina fue la precursora y quién sabe si los hablantes cultos, un día no muy lejano, vuelvan a decir la calor como "en antes", lo que obligue a la Academia a dar por culta y correcta la forma femenina.;)

martes, 4 de mayo de 2010

EL TRIPLE FILTRO DE SÓCRATES



En la antigua Grecia, Sócrates fue famoso por su sabiduría y por el gran respeto que profesaba a todos.

Un día un conocido se encontró con el gran filósofo y le dijo:

—¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?

—Espera un minuto —replicó Sócrates—. Antes de decirme nada quisiera que pasaras un pequeño examen. Yo lo llamo el examen del triple filtro.

—¿Triple filtro?

—Correcto —continuó Sócrates—. Antes de que me hables sobre mi amigo,
puede ser una buena idea filtrar tres veces lo que vas a decir. Es por eso que lo llamo el examen del triple filtro. El primer filtro es la verdad.
¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto?

—No —dijo el hombre—, realmente solo escuché sobre eso y...

—Bien —dijo Sócrates— Entonces, realmente no sabes si es cierto o no.

—Ahora, permíteme aplicar el segundo filtro, el filtro de la bondad.
¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?

—No, por el contrario...

—Entonces, deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de
que sea cierto. Pero podría querer escucharlo porque queda un filtro: el filtro de la
utilidad.
¿Me servirá de algo saber lo que vas a decirme de mi amigo?

—No, la verdad que no.

—Bien —concluyó Sócrates—, si lo que deseas decirme no es cierto, ni
bueno e, incluso, no es útil, ¿para qué querría saberlo?

Usa este triple filtro cada vez que oigas comentarios sobre alguna persona, sea amiga o no. Al hacerlo te convertirás en un agente de paz. Misión que urge mucho en estos tiempos de guerra.