Una comunicación es eficaz cuando el emisor y el receptor conocen y tienen en común el código (lengua) que utilizan para llevar el mensaje. Cada comunidad de habla cuenta con un sinnúmero de palabras que les son comunes y familiares a los hablantes que pertenecen a dicha comunidad lingüística.
Si con tanto Discovery Kids
y tanto programa enlatado aún o ha cambiado la cosa, en Puerto Rico, para
referirnos a esos lápices de cera con colores que se usan para colorear,
utilizamos el vocablo crayolas. Aunque sea una marca, los hablantes de
Puerto Rico, que son quienes al fin y al cabo dictan por mayoría, uso y
costumbre lo que es o no es apropiado en nuestra comunidad lingüística, han
determinado, con el correr del tiempo y por consenso espontáneo, que esa es la
palabra apropiada para referirse a tan creativos objetos.
La Real Academia de la
Lengua Española ha recogido el término como correcto hace ya bastantes años. En
la entrada de crayola, se indica como el término utilizado en países
como Cuba, Honduras, México y Uruguay. Me llama la atención que en la entrada
no se mencione a Puerto Rico.
Con todo respeto y desde mi
humilde opinión como lingüista: pretender corregir este uso entre nuestra
población, más aún entre nuestros niños y niñas, es un error, y es desconectar
a nuestros estudiantes de su comunidad de habla y de su realidad lingüística.
Si cuando le digo a mi
sobrino Axel que eche en su bulto las crayolas, y él busca esa cajita de cartón
en cuyo interior se encuentran esos lápices de cera de colores, es porque la
comunicación ha sido exitosa. Axel y yo pertenecemos a la misma comunidad lingüística,
nuestro código es común, familiar. No tengo porque forzarlo a usar otro (crayón,
crayones) que sea más "correcto".
Por cierto, no todo lo que
decimos está en el diccionario ni todo lo que está en el diccionario lo decimos.
La palabra tablillero, tan común en Puerto Rico, no la recoge el
diccionario de la Academia. Y entonces, ¿qué hacemos? ¿No la decimos?
María Vaquero, en una de sus
magistrales clases de Lingüística Hispánica, nos relató una vez que Unamuno
disfrutaba inventándose palabras. Cuando le decían: “Esa palabra no está en el
diccionario". Unamuno respondía: “Ya estará, ya estará”. Y digo yo hoy “tablillero”, y me dirán que no está en el diccionario, y yo, como Unamuno, les responderé: “Igual que crayola, ya
estará, ya estará”.